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La familia autoritaria

La familia autoritaria

Me preguntaba Kiri cómo iban las cosas en Europa con respecto al papel de la mujer. Es un tema complejo, del cual no dispongo de muchos datos, pero me gustaría aclarar algunas cosas.

Las diferencia principal se da entre los países católicos y los protestantes y la clave es la alfabetización en masa de la mujer. La alfabetización en masa de la mujer se da en Alemania, Paises Bajos y Escandinavia a partir de 1850 y posteriormente se extiende al resto de los países de Europa en círculos concéntricos. No es una alfabetización propiciada por los estados, sino que surge de forma espontánea, con ayuda de la imprenta, y por unas causas ligadas a la estructura familiar de estos países: La familia autoritaria.

En este tipo de familia, desde hace ya muchos siglos, los hombres y las mujeres tienen una importancia igual en que se refiere a la crianza de los hijos, aunque el grado de igualdad varía según la zona. Este sistema familiar, busca, sobre todo, transmitir un capital material o moral intacto a las generaciones siguientes y en ausencia de herederos masculinos el sistema se puede ver truncado. Por eso se educa a las mujeres, para que puedan hacer frente al legado familiar. Este tipo de estructura familiar se rige por la dominación masculina pero no intenta minimizar el rol de la mujer en el sistema cultural.

Así pues, los países protestantes, siempre han sido diferentes en ese terreno, y aunque hubiese grandes diferencias, no eran tan profundas como en los países católicos.

Es cierto que, al menos aparentemente, hoy hay una mayor igualdad, aunque en los sueldos no esté tan claro. Las mujeres ganan hasta un 20% menos que los hombres cumpliendo el mismo trabajo. También está el cambio de apellido al casarse (tomando el apellido del marido), práctica que sigue siendo usual, aunque se puede renunciar expresamente a ella. Las relaciones de pareja sí son mas igualitarias, y los hombres hacen tranquilamente labores del hogar o se ocupan de los niños con toda naturalidad. Pero también hay situaciones no tan claras, porque últimamente está de moda "importar" mujeres de países en desarrollo (con unas ganas de emigrar locas), jóvenes, guapas, y mucho más sumisas (al menos aparentemente), que no exigen tanto como las autóctonas. Tailandesas, rusas, sudamericanas etc. son muy solicitadas.

Pero, por ahora, en la mayoría de los casos, los hombres del norte tienen un comportamiento menos "racial" que los del sur.

Imagen: Fernand Khnopff
Retrato de Marguerite

El juego de la decepción

El juego de la decepción

Es posible que decepcionar haga más libre, que quite el peso del miedo a decepcionar, algo tan común. Porque decepcionamos no tanto por lo que somos, sino por lo que los demás esperan de nosotros. Y es una esclavitud pretender ahorrarse el decepcionar por el miedo a sufrir, a que no te consideren. Porque no sabes si realmente ya has decepcionado y no te lo dicen. Porque eres un esclavo de lo que crees que los otros esperan de ti. Y lo que realmente esperan de ti nunca lo sabrás, porque es algo confuso, que entra dentro de sueños ajenos un tanto cambiantes según sus propias circunstancias.

Decepcionemos pues. Vamos a decepcionar. Qué nos digan eso de "no esperaba esto de ti", esa frase tan cruel, dicha con retintín, que ahora nos sonará a gloria. Porque decepcionar puede ser incluso placentero según uno se va desprendiendo de esclavitudes de los supuestos anhelos y esperanzas de otros.

Hoy he visto en teatro "La cabra", de Edward Albee. En esta pieza un hombre, de vida perfecta-perfectísima-progre-tolerante- creativa de la muerte, (arquitecto progre de éxito con una vida matrimonial perfecta) se enamora de una cabra. Y se la folla, claro, como es natural. Su medio, tolerante-progre, podría aceptar cualquier cosa, incluso que se cambiara de sexo, pero nunca que se enamorase de una cabra. Son las reglas no escritas.

Y bueno, no pretendo que haya enamoramientos masivos de cabras ni de animales de granja. Los pobres bastante tienen ya como para aguantar encima al yuppie de turno enamorado. Tan sólo me gustaría aprender a decepcionar, que ello, cuando ocurra, (y suele ocurrir muchas veces) me moleste menos de lo que lo hacía antes, que no me sienta tan mal. Porque realmente estamos aquí para decepcionar a los demás. Es lo que hacemos la mayor parte del tiempo y ya es hora de que aprendamos (hablo en plural porque me estoy dirigiendo a mis varios yoes, que se suelen llevar bien, pero a veces se pelean entre ellos) a dominar bien el oficio de decepcionadores.

La locura de un tenor

La locura de un tenor

Hace cosa de un mes, en uno de esos escasos días en los que tuve ocasión de leer el periódico, me encontré con un artículo sobre alguien a quién yo conocí hace tiempo: Enrique Viana, tenor. Le llamábamos "La Enriqueta", y no creo que a él le molestara el saberlo, la verdad. Era una diva.

Con una cara que, conveniéntemente maquillada, podía pasar por femenina, Enrique se vestía con un traje de noche rojo, con muchos volantes, y salía al escenario como una mujer glamourosa. Lo bueno venía cuando empezaba a cantar arias de Bel Canto con su preciosa voz de tenor lírico. Era todo un shock, pero claro, lo hacía tan bien, que acababa seduciendo al personal. Genial, la Enriqueta, con un sentido del humor increíble. En aquellos años tenía un novio guapísimo, recuerdo, espero que le haya durado.

Y para mí es una alegría saber que su espectáculo "La locura de un tenor" está teniendo muy buenas críticas, porque sé que él se lo ha trabajado. Y me gustaría mucho ir a verlo, pero me temo que no va a poder ser porque la distancia me lo impide. Felicidades, Enriqueta, desde lejos, en el tiempo.

Indiferencia

Indiferencia

Se habla de que la indiferencia es el mal de nuestro tiempo. Sí, reaccionamos con indiferencia ante los problemas ajenos. Nos desayunamos con los muertos de Oriente Medio, con los de Irak, con las hambrunas de África y los secuestros de Colombia. Desayunamos miseria cómodamente instalados en la cocina mientras contemplamos, a través de las cortinas, esas nubes que nos dirán si hoy llueve o no.

Y quizás esa indiferencia no sea tanto de nuestro tiempo. Es posible que, en realidad, seamos así. Me llamó mucho la atención hace poco el cuadro "La caída de Ícaro", de Brueghel el viejo. Es un cuadro irónico que da qué pensar. En un contexto bucólico un labriego, en primer plano, ara la tierra. En un segundo plano y casi imperceptible, se ve en el mar, al lado de los barcos, el cuerpo caído de Ícaro. Parece que no ha pasado nada. Y es posible que no haya pasado nada.

Titulitis

Titulitis

Sartre se "burlaba" de Camus porque éste último no había podido terminar sus estudios de filosofía. Eso fue cuando rompieron su amistad después de que Camus abandonara el Partido Comunista. Y eso ha sido lo último que me faltaba para tomarle asco a Sartre (al que ya tenía bien enfilado). Camus, gran escritor francés de sobra conocido, era un becario, un hombre que salió de la nada. Nacido en Argelia, huerfano de padre desde bebé y con una madre limitada (era medio sorda y analfabeta) Camus se crió en la más absoluta de las miserias.

Gracias a un educador, que percibió en él una sensibilidad e inteligencia fuera de lo común, Camus pudo ir a estudiar a Paris, donde se ganaba al mismo tiempo la vida trabajando como periodista. Enfermo de tuberculosis desde niño y con una familia a su cargo, Camús hizo lo que pudo, pero no pudo terminar la carrera de filosofía porque lo rechazaron dos veces en el exámen médico a causa de su enfermedad.

¿Y qué? De verdad que no puedo entender la titulitis estúpida de Sartre. Y además, conociendo como conocía las causas de que se le negara a Camus esa posibilidad. Como si un título significara en realidad algo. ¿Cuánta gente sale de las universidades por haberse empollado un montón de asignaturas igual que a los patos los ceban para engordarles el hígado? De los que terminaron conmigo la mayoría no tenía ningún interés en lo que había estudiado y lo hacían por tener un título y que sus padres estuvieran orgullosos. Y ahora veo más de lo mismo. Gente que engulle datos y datos sin pararse a analizarlos, sin un punto crítico.

Y esa estúpida mezquindad de los títulos es algo que encuentro por todos lados. Y sin embargo, entre las personas más interesantes, de las que más he aprendido, hay muchas sin título. Recuerdo a J., peruano, superviviente nato, con una inteligencia aguda, de esas que te hacen pensar, pararte a reflexionar. Hablaba mucho con él. Un tipo que salió de la más absoluta de las miserias, de los suburbios de Lima. Me decía que él no supo nunca lo que era bañarse en el mar, (y eso que vivía en una chabola en la playa) hasta que fue a las Islas Canarias a un hotel, ya como europeo nacionalizado. Y es que si se bañaban se quedaban llenos de sal, y no tenían agua dulce para ducharse.

Este hombre, "inmoral", (sí, un auténtico bicho para hacer negocios) podía hacer todas las trampas habidas y por haber, pero se trajo a su familia de allí y luego, al casarse con una europea, adoptó cinco niños peruanos a los que les dió un futuro. No tenía título y no creo que lo tenga nunca.

Creo que le estoy tomando a Sartre una inquina considerable. Pero en fin, ya sé que no es importante. Al fin y al cabo, Sartre no me sirve como detergente para la lavadora ni me riega las plantas, por lo que no me debo preocupar.

Como en un cuadro

Como en un cuadro

Y yo la miraba, la miraba, y me recordaba a alguien. Hasta que hoy, se ha puesto una especie de turbante molón para cubrirse las rastas y... Efectivamente, es ella. La muchacha de la perla, de Vermeer. Idéntica pero sin perla. Es curioso como una vestimenta tan moderna como la que lleva ella puede asemejarse tanto al turbante que llevaba esa otra muchacha hace casi tres siglos. Claro que no le he dicho nada. Lo mismo no me entiende y se ofende. La verdad es que es un cuadro hermosísimo, pero no sé. No la conozco lo suficiente para saber si le gustaría o se va a creer que le estoy criticando el turbante.

El otro día, le dije a una que me recordaba a Caperucita Roja. Eso, por narices, tenía que saberlo, porque tiene la carilla regordeta, de niña, muy simpática, como de cuento, se había puesto una trenca roja con capucha y se había hecho dos trenzas en plan colegiala. Le faltaba la cestita. Y no le gustó. Sonrió así medio-medio. Así que ya no digo nada sobre parecidos, aunque me tengo que aguantar, porque veo muchos.

Modigliani es uno de los que se me aparecen. Hace unos meses, en la piscina de un hotel ví a una mujer idéntica a la amante de Modigliani. Menuda impresión me llevé. Y ahora conozco a una que es igualita, aunque en pelirrojo. Tiene un pelo rojo precioso, de ese brillante. Dan ganas de tocarlo, porque no parece real.

Y como no quiero decirle que tengo su retrato (porque no quiero líos), lo pongo aquí y me quedo tan a gusto.

El problema de ser una croqueta

Ya me hubiera gustado a mí ser una paella, con arroz y bichitos, pero no, no hubo suerte. Soy una croqueta. Y es un fastidio eso de ser pura bechamel, aunque con tropezones, claro.

Y cuando miro la suerte de otros me da envidia, claro, porque ser una simple y tímida croqueta a punto de ser frita en una sartén hirviendo no es un futuro muy apetecible (para mí, para otros sí) que digamos.

Zahorí tiene pinta de ser una lubina al horno. Tampoco eso de estar en el horno a 150 grados es una suerte, claro, pero lo sacan en las grandes ocasiones y presumen de la lubina delante de los amigos, toda plateadita.

Bambi es un arroz a banda. Otra comida de ocasiones, porque es muy difícil saber hacer el verdadero arroz a banda, que no todos pueden. No es tan famoso como la paella, pero está mucho más bueno.

Tarado es una empanada gallega de berberechos. También comida de mostrar. Él está empeñado que es de atún, pero no. Es de berberechos. Siempre anda bien acompañado con queimadas varias.

Ericillo es una escalibada. Muy completita con todas las verduras mediterráneas. Está tan rica, tan sabrosa, que se la quieren comer todos.

Kiribati es un faisán con salsa de pasas. Comida de lujo.

Y ante semejante plantel, una simple croqueta, por muy compacta que parezca, no es más que una croqueta cubierta de pan rallado y presta a ser devorada de un bocado. Bechamel y algún tropezón de merluza. Porque soy una croqueta de merluza.

En la próxima reencarnación, si soy buena y me fríen bien en la sartén, me han prometido ser pimiento de piquillo relleno de bacalao. Es lo que tiene eso de ls reencarnaciones, que dentro de unas cuarenta o cincuenta seré el plato de culto de El Bulli.

Trotando

Tal y como decía Bambi en una respuesta al post "Ternuras", a mí también me gusta que la vida me sorprenda. Eso de que bajo los estereotipos se escondan otras cosas.

Hoy andaba yo trotando escaleras mecánicas abajo (siempre estropeadas) para llegar al andén del metro cuando escucho detrás de mí la voz de un señor mayor diciéndole a alguien en voz alta y de forma autoritaria: "Hay que picar el bono". Se lo estaba diciendo a alguien que iba delante de mí, un chico negro bastante joven. Yo creía que el señor mayor sería algún inspector del metro, pero cuando me adelantó me di cuenta de que no, que era un "digno" ciudadano normal y corriente, blanco, bien vestido, y con aspecto suficiente.

Y entonces, unas señoras mayores, de estas con pinta conservadoramente neutra, y de quienes menos esperas una reacción le han dicho al señor respetable: "¿Por qué le dice usted al chico que no ha picado? ¿Porque es negro?" El señor ha respondido. "No. Es que a este ya me lo conozco. Ya lo ha hecho otras veces". Y han comenzado a discutir entre ellos. El chico negro se ha quedado allí cerca, cortado ante la situación y encogiéndose de hombros. Al poco, una señora de estas se ha acercado a él y le ha dicho algo (no me he enterado), por lo que el chico negro le ha respondido "muchas gracias, señora" con un acento congolés considerable.

Y es curioso, pero jamás hubiera pensado que esas señoras, de un aspecto tan conservador, le hicieran frente al justiciero de turno. Una agradable sorpresa.

Dorados

Dorados

Monumentos, grandes edificios, columnas, calzadas... Quedan sólo las grandes obras. Y poco de la vida cotidiana, pocos objetos que nos digan qué eran esas personas de hace dos mil años. Quiénes eran. Porque son esos objetos de la vida cotidiana los que dicen lo que somos nosotros. Si ocurriera un gran cataclismo y todo desapareciera, lo que quedarían serían los edificios del poder, de la religión, de la ostentación. Algo muy general, una parte de nosotros también, que nos representa como sociedad, pero quizá la parte que menos nos define como personas individuales.

No quedarían nuestros ordenadores, ni las palabras que escribirmos en ellos. Quizá algún disco duro que sirviera de muestra. No quedaría nuestra ropa, ni tantas cosas inútiles que atesoramos, ni los libros, ni los vinilos, ni los sabores de los alimentos, ni las palabras cómplices, ni los olores, las risas y el tacto de las sábanas. Seríamos Bush: su imperio, y grandes edificios mastodónticos. Seríamos grandes mansiones que se conservarían por su estructura, y mezquitas, e iglesias... Seríamos tanques.

Tuve la oportunidad de ver lo que quedó de Pompeya y Ercolano, las dos ciudades romanas sepultadas bajo cenizas volcánicas en el año 79 d.c. El Vesubio, aunque destruyó mucho, permitió conservar mosaicos, frescos, estructuras de casas, joyas. También permitió contemplar la ruina de una pequeña parte de esa vida cotidiana. Se conservó la decoración de las casas, del prostíbulo, de una cantina. Decoraciones que dan cierta información de lo que ellos eran. Bueno, de lo que eran los ricos, claro. Porque los pobres no cuentan. De esos no queda absolutamente nada. Quizá algún molde de cenizas, el vacío que sus cuerpos dejaron en las cenizas al desintegrarse.

Y la decoración de las casas de Pompeya y Ercolano (que posteriormente fue copiada por el neoclasicismo e incluso ahora, en forma de angelitos y guirnaladas, sigue estando de actualidad) muestra el afán ostentatorio, algo que tampoco pasa de moda pasen los siglos que pasen. Columnas de ladrillo revestidas de yeso y pintadas imitando marmol. Pinturas representando escenas mitológicas con profusión de columnas y más columnas. Dorados a mogollón. (Vamos, porque son romanos, antiguos y les tengo cierta consideración mitómana, pero me parecía una decoración insoportable con tanta guirnalda, cupidos, y dioses varios)

Para imaginarse la escena basta con mirar en el Hola cualquier mansión de actor de Hollywood, noble alemán o francés, nuevo rico o rockero superventas. La profusión de dorados sigue estando de rabiosa actualidad.

No sé si tanto fresco ostentatorio, tantos cupidos dorados y decoración recargada, tuvo alguna influencia en los cerebros y afectó a los reflejos, retardando la huída del volcán. La mayoría la palmaron. Lo cual sirvió para que los arqueólogos hagan unos moldes estupendos de yeso en los que se ven las posturas de desesperación que tenían al morirse. Y los turistas, con una ávida sonrisa morbosa, graban en los vídeos los moldes para enseñarselos a sus amigos, lo cual les hace muy felices.

Han pasado dos mil años, y estremece pensar que eran tremendamente parecidos a lo que nosotros somos hoy en día. A mí me estremeció estar allí, caminar sobre las calzadas ya limpias de cenizas y entrar en sus casas, con los patios interiores, como los de Sevilla. Es como si el ser humano no pudiese dejar de ser lo que es, a pesar de avances, culturas y tecnologías varias.

Foto: Casa en Ercolano

Ternuras

Ternuras

Ayer me sorprendió ver en el tranvía a un tipo con rastas y toda la parafernalia que acompaña leyéndose el Harry Potter. También en octubre conocí a una chica que lleva un collar de pinchos al cuello, en plan punki, pantalones de cintura baja y tanga al aire. Nada de especial, si no fuera porque lleva los bolígrafos en un estuche de Winnie the Poh y toma unos apuntes metódicos, subrayando con una regla de ositos mimosos que tiene todo aquello que el profe remarca. Un cielo de criatura. Conmigo se ha portado muy bien. Las razones que dió otro chico para estudiar elegir el español en lugar del italiano a la hora de estudiar fue la siguiente: "Pensé: Italia: Berlusconi y España tiene a Aznar... Me quedo con Fidel Castro".

Son tan tiernos.

LLevan las rastas y el collar de pinchos como si llevaran los tirabuzones - que hacían las abuelitas con tenacillas calientes - atados con grandes lazos de raso. Creo que las abuelas van a tener que ir a un curso - de esos que imparten los ayuntamientos - para aprender a hacer rastas y collares de pinchos a los nietos sustituyendo así los ganchillos por las nuevas técnicas.

¿Certezas?

Hoy lo pensaba, sentada en la mesa, en mi puesto de anfitriona mientras dos discutían sobre la prohibición de llevar el velo en Francia. Pensaba en que yo no tenía opinión sobre ello, y mucho menos, certezas de cuál sería la medida más adecuada. En esos momentos me preocupaba más que el segundo plato estuviese en su punto, que no faltase nada, que no se me cayese la salsa sobre la alfombra... Y miraba mi mantel nuevo, recién estrenado, con su borde burdeos (se llama Shangai) pensando que no hay mantel más bonito en el mundo. Y me estaba prendando peligrosamente del mantel cuando me han llamado la atención las certezas de otros. Y las he entendido. Las unas y sus contrarias. Y me han parecido muy bien todas.

Y es que es maravilloso eso de tener certezas (casi tanto como usar compresas con alas). Yo no estoy segura de que el borde del mantel sea burdeos exactamente, porque tiene un matiz quizá un poco más oscuro, así como cereza. Y es posible que no sea el más bonito, porque seguro que Letizia Ortiz los tiene mejores en su lista de bodas.

Y me pregunto si se pueden alquilar las certezas por horas y si son lavables en lavadora en programa a 60 grados. También me interesaría que se pudieran planchar, porque ya que tienes una certeza, no la vas a tener toda arrugada.

Monsieur B.

Monsieur B.

Resulta que tenía clase a las ocho de la mañana y he pasado de ir. Es que el profe en cuestión se empeña en demostrarnos todo el rato que es él el que sabe diciéndolo y repitiéndolo hasta la saciedad y que nosotros somos unos pobrecillos idiotas. Es obvio que él sabe más que nosotros, se da por supuesto, así que no entiendo esa pesadez en repetirlo. Parece que es él el que no lo debe tener tan claro. Y no, no lo debe tener tan claro, porque ya le he visto ese temor en su mirada cuando ha dicho alguna expresión en castellano y me ha mirado (porque soy nativa) esperando mi aprobación al chiste.

El problema es que no sabe tanto castellano como dice y mete la pata hasta el fondo. Y yo he mirado para otro lado y me he callado, porque sé que si lo humillo me cargo el suspenso, lo que no me conviene. Así que voy a desarrollar una estrategia para aprender el castellano de "Monsieur B.". Si Monsieur B. dice lo que sea irá a misa. Me da igual que no sea castellano ni nada que se le parezca. Evidentemente, sabe más que los nativos, por algo está ahí. Como es un iluminado, se adelanta a su tiempo y emplea el castellano del futuro.

No, Monsieur B., no está ahí (con esos métodos pedagógicos de marine americano) porque el sistema sea corrupto, corporativista y haga oídos sordos a las necesidades reales de los alumnos, que no aprenden nada. Monsieur B. no está ahí porque se haya impuesto y nadie, desde arriba, se atreva a cantarle las cuarenta.

Y yo, madera de héroe no tengo. Creo que a cada uno nos corresponde un determinado número de psicópatas en la vida y yo ya tengo el cupo cubierto. Así que no me pienso inmolar por la causa. No conseguiría más que problemas. Ya lo comprobé en BUP cuando me enfrenté al profe de inglés porque nos insultaba en clase. Yo tenía uno de los niveles más altos de la clase y me suspendió, mientras que aprobó a aquellos que, calladitos, no tenían ni puñetera idea. Estuve con inglés pendiente hasta COU. Y el director, que lo sabía todo y que hubiera podido hacer algo teniéndo en cuenta su poder, no hizo nada.

Como los psicópatas tienen la memoria corta me ahorraré ir ahora a su clase e iré el último mes. Me sentaré en primera fila y le reiré todos los chistes asombrándome de su extraordinario dominio del castellano de ciencia ficción. Obtendrá toda mi aprobación y lo haré feliz.

Que los otros alumnos no aprendan castellano actual sino castellano del futuro no es un problema, porque así irán más adelantados y con ventaja sobre los nativos.

Me siento como Heidi, aportando felicidad al mundo.

Hay veces

Hay veces en las que hagas lo que hagas siempre pierdes. Y cuando son pérdidas materiales o no importantes te da igual, pero cuando es alguien a quien quieres las cosas cambian. Te importa. Y lo peor es que no puedes hacer nada por evitarlo. Porque hay fallos, hay miedos, hay debilidades. Todo eso que no debería haber en un mundo idílico.

Por desgracia, las cosas son complicadas y no sabemos estar a la altura, o a lo que suponemos que sería la altura. Y mientras más alto estás en el pedestal (ese pedestal ficticio, supuesto, de los sueños propios y de los otros) más fuerte es el tortazo cuando te caes (esto es física pura comprobada por el refranero).

Hace ya mucho tiempo que sabía que me tocaba perder, caerme desde las alturas esas en las que nunca debí estar. Tocaba la pérdida de una amistad que para mí ha sido importante. No sé bien por qué pasó, ni por qué tenía que pasar, pero para que no sea más doloroso aún me inventaré que fue cosa del destino. Sí, digamos que fue el destino.

Adiós, mi niña. Ya no espero respuesta. Intuyo que no la habrá. Cuídate mucho siempre.

Individualismo

Me pregunto si tiene tan mala prensa porque se lo identifica con el liberalismo. Ando con dudas, investigando, leyendo sobre estos conceptos. Y cada vez lo tengo menos claro. Parece que el resultado de mi búsqueda es la confusión. Por eso digo que necesito un dogma, para llegar a una conclusión, no importa cual, aunque sea errónea. Es difícil eso de no poder llegar a tener ninguna conclusión a la que asirse, tanto como navegar entre aguas pantanosas. Es más facil dividir en ying y yang, malo y bueno. Así uno tiene siempre el camino marcado, el camino claro. Negro y blanco. No importa perderse la gama de colores que hay en medio.

El caso es que yo me considero individualista en la medida de lo posible. Vivimos en sociedad y muchos factores actúan en nuestros sentimientos y decisiones, por lo que el individualismo puro no puede existir a no ser que te vayas al tonel, como Diógenes. Pero no me gusta sentirme arrastrada por el comportamiento de grupo, aunque esto te dé la seguridad de la manada.

Y bueno, ser individualista debe ser malísimo, porque se usa como adjetivo acusador. Hay tantos adjetivos acusadores que ya he perdido la cuenta, y es que, cuando no sigues los intereses de los demás (que por el hecho de ser de los demás ya deben ser válidos) eres egoísta y toda una serie de cosas muy malísimas. Y el caso es que, si no eres individualista te puedes pasar la vida orriendo con la lengua fuera para servir intereses de otros, de grupo, de tribu, de partido...

Para los hindúes, el seguir la norma de la casta no tiene ningún problema porque como tienen un montón de reencarnaciones variopintas, les da igual desperdiciar alguna vida que otra así a lo tonto. Ya se resarcirán cuando les toque ser brahmanes. Pero para los ateos o agnósticos (que no tienen el consuelo del paraíso con angelitos y querubines edulcorados) es más complicado. Sólo hay una monovida. Compleja monovida llena de normas un tanto arbitrarias y absurdas. Están las normas de "de toda la vida se hace esto" y las normas de "es lo que se lleva ahora". Las tradiciones de toda la vida son un tanto discutibles, porque de toda la vida se ha tenido a la mujer por un ser inferior... Y las modas, además de ridículas, muchas de ellas son asquerosamente incómodas.

Y luego están las normas éticas y morales. Ya no vas al infierno, claro, pero te dicen que no eres lo suficientemente "solidario" o "ético" si haces tal o si haces cual, con lo que apelan a la conciencia, las culpabilidades y esas gaitas como medio de obtener poder sobre ti. Curiosamente, los que manipulan esos conceptos no suelen sentir ningún tipo de culpabilidad por manipular.Deeb ser porque ellos están en un estado de gracia o algo así. Son cosas de la vida.

El caso es que ser individualista es malo. Eso está claro. Así que me voy con el rebaño un ratito a pastar.

Beeeeeeee!!!!!

Ya voy afinando la contraseña.

Les crocodiles

Quand on les voit le lundi ils manquent de sous

Quand on les voit le mardi ils veulent des sous

Le mercredi le jeudi ils gagnent des sous

Quand arrive le vendredi ils ont des sous

Toute la journée du samedi ils comptent leurs sous

Et le dimanche jusqu'à midi ils rèvent de sous



Mais les qui mais les quoi mais les comme qui mais les comme quoi

Les crocodiles...



Tu leur dis que tu vas bien c'est pas normal

Tu leur dis que tu vas mal c'est général

Tu parles du général c'est un scandale

Alors tu parles de toi c'est trop banal

Alors tu parles d'amour c'est immoral

Alors tu dis n'importe quoi c'est triomphal



Avec les qui avec les quoi avec les comme qui avec les comme quoi

Les crocodiles...

D'enterrement en enterrement on les revoit

Dignes dignes dignes dong on ne meurt qu'une fois

Ils y viennent pour pleurer ils pleureront

Et puis la main sur le coeur ils vous diront

Il est parti le premier c'était le meilleur

Puis ils partent avec sa femme, sa fille et sa soeur



Les peaux de qui, les peaux de quoi

Les peaux de crocodiles...



A Paris on dit qu'ils vivent à Hong Kong

A Hong Kong on dit qu'ils vivent à Paris

Sur ma place on dit qu'ils vivent juste en face

Juste en face on dit qu'ils vivent un peu plus loin

Mais moi je suis sûr qu'ils vivent chez mes voisins

Et tous les voisins sont sûrs que j'en suis un

Mais un qui mais un quoi mais un comme qui mais un comme toi



Mais un qui mais un quoi mais un comme qui mais un comme moi

Un crocodi i i i le...

Jacques Brel

Necesito un dogma

Ya. El que sea. Da igual, el caso es creerme algo aunque sea por un rato. Que pueda conectar el dogma un par de horitas al día por eso de relajarme.

Cualquier cosa me vale, no soy exigente.

Berridos

No me extraña que la Música Clásica tenga esa fama de medio-pedante medio-ridícula. A mí a veces me da grima decir que me gusta, no sea que se crean que disfruto con ciertas cosas y me consideren parafílica. Esa es una parte, la parte más conocida, más bombardeada. La parte de "los tres tenores" (el Pavarotti desafinado a todo trapo, el Carreras, buen timbre pero poca potencia y el Domingo, una buena voz pero tan "rentabilizada" que resulta agobiante encontrárselo hasta en la sopa) de la Caballé desafinado en plan diva... Y esa parte, que en literatura serían los best-sellers, en la clásica también está bien copada de cosas infumables.

Y a la Caballé la tengo atravesada desde hace años. Me da la impresión de que en cualquier momento se va a poner a cacarear (su similitud con una gallina clueca es impresionante). Además, su actitud de Diva "bondadosa" me produce una alergia especial. Tan sólo agradezco su existencia por el hecho de poderla criticar, por lo que me hace un gran servicio sin saberlo.

Hay mucha gente (de la música clásica) que ha llegado a tomarle asco al Bel Canto por los prejuicios que aparecen inevitablemente cuando se vé a uno de estos esperpentos berreando en un escenario. Y el Bel Canto no tiene la culpa. Poniendo aparte el hecho de que muchas óperas tienen libretos infumables que parecen culebrones y que entre mucha morralla se encuentran varias arias buenas, (como en muchos otros casos no relacionados con la clásica), despreciar a Donizetti o Bellini por el hecho de que haya gente que no sepa interpretarlos es perderse cosas extraordinarias de la música clásica. Hay arias de Bellini y Donizetti, que cantadas por la persona adecuada como Joan Sutherland (¿cómo no iba a sacar yo aquí a La Stupenda?), por ejemplo, ponen el vello de punta y son mejor que una subida de adrenalina en la montaña rusa.

Y ya sigo luego despellejando, que ando con prisas.

Domesticación

Entre otras modificaciones que han tenido lugar en los animales domésticos después de su domesticación por el hombre me han llamado la atención las siguientes:

Disminución del cerebro en comparación con sus antepasados salvajes:

Pato -20%
Cobaya -13%
Gato -24%
Perro -30, -34%
Cerdo -34%
Oveja -24%

Disminución del sentido de la vista, del oído y del olfato. Aumento de grasa intramuscular.

Sin embargo, el hombre doméstico es muy inteligente en comparación con su antepasado el homo erectus. Sabe darle a unos botoncitos y todo.

Un día de mi vida

Os cuento un día de mi vida por eso de aburrir a las ovejas, con todos mis respetos para las ovejas, que yo ante todo, siento respeto y adoración por todo bicho viviente y por las personas también, eso que quede claro (¿queda claro mi respeto?). Suelo comer cordero por Navidad, pero es un accidente, yo quiero a las ovejas más que nadie. Daría mi vida por ellas, de hecho. Declaro mi absoluta adoración por las ovejas. Besos para las ovejas.

Bueno, ya. Empiezo a contaros mi día. Es para que durmáis bien. Mi buena acción del día. ¿Estáis bostezando ya? Venga, un bostecito de esos para que vaya entrando el sueño.

Me he levantado a las nueve después de haber dormido más o menos. He desayunado café con leche hecho en una cafetera de marca Rowenta que compré hace dos meses. Y ya está porque yo sólo desayuno eso. Y me he duchado, también, o eso creo. Luego he cogido los apuntes y me he ido a la biblioteca. Me he comprado tres kit-kats para darme un poco de energía y me los he ido zampando a lo largo de la mañana justo antes de entrar en el auditorio del examen, a eso de las tres. Caperucita Roja me ha dado unos apuntes muy interesantes para el exámen del viernes. Le he preguntado unas cuantas dudas al más listo, o al que cree serlo, y como me quería demostrar lo listo que es, me las ha contestado. Y una de ellas ha caído en el exámen. Así que el viernes le volveré a preguntar a él, que es vidente o algo así. Y luego Panoramix, al que hemos recibido con aplausos ha hecho su aparición estelar y nos ha entregado los exámenes advirtiéndonos de que no copiásemos, que las chuletas están prohibidas y que si sonaba un movil nos echaba. Y ha sonado un movil, pero no lo ha echado. Y me parece que han copiado como locos porque salían todos muy contentos. Y luego me he vuelto a casa. Hacía mucho frío y tenía hambre. Y he cenado. Y ahora tengo que poner el lavavajillas. Y luego voy a estudiar hasta que me duerma. Y, y, y...

Estaba pensando en hacer un final a lo romántico incomprendido desesperado, que se lleva mucho ahora y queda guays, pero es que tengo que poner el lavavajillas.

De Pranas y años pares

Andaba yo el otro día un tanto despistada y me colé en la clase de Prana que da el J.( no es de jodío ni nada, es que no voy a decir su nombre). Y bueno, que estoy habituada a tenerlo como monitor y no me di cuenta de que aquello, que parecía stretching, era otra cosa. Y nos dió unos pedruscos de cristal para que los pusiéramos en las manos y empezásemos a abrir los chakras. Y yo claro, pues me puse así, en posición de yoga, como muy concentrada, y estuve buscándolos un rato. Y nada, que los chakras no se dejaban ver, pero yo disimulaba por eso de ir a tono con los demás, que parecían muy espirituales.

Al cabo de un rato y con todos los chakras abiertos, o eso decía el J. (que está cachísimas y era una lástima que nos tuviera con los ojos cerrados, aunque tampoco lo hubiéramos visto mucho, porque es negro y la luz estaba apagada) percibí tenuemente por el rabillo del ojo, que se había puesto un medallón al cuello con un pedrusco muy molón, aún más grande que los que teníamos nosotros. Y nosotros meditando, claro. Se nos fue acercando uno a uno, y no vi exactanmente lo que hacía, pero parece ser que nos hizo algunas señas mágicas con el pedrusco, por eso de darnos fuerza al aura, (se le agradece la intención). Y yo me estaba mondando de la risa pero me tenía que contener, porque era una cosa muy seria, y al J. yo lo aprecio mucho. Y en fin, mis cursos de hipocresía (alabados sean) surgieron efecto y logré mantener el tipo.

Terminamos la sesión y le devolví los pedruscos. Entonces nos preguntó si lo habíamos sentido cuando se acercó. Una italiana (en estado de éxtasis) dijo que no lo había sentido de tan concentrada que estaba. Y claro, yo prefería no hablar, pero me preguntó directamente, y le dije que claro que lo había sentido, por lo que se quedó muy contento y yo hice así mi buena obra del día (voy ganado puntos para el cielo). Lo que no le dije es que era imposible no sentirlo porque se oían los pasos en el parquet cuando se acercaba.

Y hoy,la italiana, que es una chica encantadoramente espiritual, me ha deseado feliz año y me ha dicho que este año será bueno porque es par. Me ha pillado un tanto fuera de onda y claro, instintivamente le he respondido "¿Y el hecho de que sea par tiene que ver con que sea bueno o malo?". Enseguida me he arrepentido, claro, porque se le ha puesto un gesto de shock (creo que le he amargado el día).

Y es que no puedo ser tan bocazas. A ver si me aprendo de una vez el manual del curso de hipocresía con respuestas milimétricamente plastificadas para todas las ocasiones, porque así no podré sobrevivir en sociedad mucho tiempo. Ése es mi buen propósito para este nuevo año.