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El juego de la decepción

El juego de la decepción Es posible que decepcionar haga más libre, que quite el peso del miedo a decepcionar, algo tan común. Porque decepcionamos no tanto por lo que somos, sino por lo que los demás esperan de nosotros. Y es una esclavitud pretender ahorrarse el decepcionar por el miedo a sufrir, a que no te consideren. Porque no sabes si realmente ya has decepcionado y no te lo dicen. Porque eres un esclavo de lo que crees que los otros esperan de ti. Y lo que realmente esperan de ti nunca lo sabrás, porque es algo confuso, que entra dentro de sueños ajenos un tanto cambiantes según sus propias circunstancias.

Decepcionemos pues. Vamos a decepcionar. Qué nos digan eso de "no esperaba esto de ti", esa frase tan cruel, dicha con retintín, que ahora nos sonará a gloria. Porque decepcionar puede ser incluso placentero según uno se va desprendiendo de esclavitudes de los supuestos anhelos y esperanzas de otros.

Hoy he visto en teatro "La cabra", de Edward Albee. En esta pieza un hombre, de vida perfecta-perfectísima-progre-tolerante- creativa de la muerte, (arquitecto progre de éxito con una vida matrimonial perfecta) se enamora de una cabra. Y se la folla, claro, como es natural. Su medio, tolerante-progre, podría aceptar cualquier cosa, incluso que se cambiara de sexo, pero nunca que se enamorase de una cabra. Son las reglas no escritas.

Y bueno, no pretendo que haya enamoramientos masivos de cabras ni de animales de granja. Los pobres bastante tienen ya como para aguantar encima al yuppie de turno enamorado. Tan sólo me gustaría aprender a decepcionar, que ello, cuando ocurra, (y suele ocurrir muchas veces) me moleste menos de lo que lo hacía antes, que no me sienta tan mal. Porque realmente estamos aquí para decepcionar a los demás. Es lo que hacemos la mayor parte del tiempo y ya es hora de que aprendamos (hablo en plural porque me estoy dirigiendo a mis varios yoes, que se suelen llevar bien, pero a veces se pelean entre ellos) a dominar bien el oficio de decepcionadores.

12 comentarios

seamos cínicas -

Lo de la Europa es complejo, porque es diferente por el tipo de familia tradicional.

Mejor abro un tema con ello porque hay mucho que desarrollar. :)

Kiribati -

La educación tradicional en España, auspiciada por la Iglesia, exigía a la mujer un comportamiento moral y un nivel de sacrificio mucho más alto que al varón. La mujer,en el catolicismo más retrógrado, es un ser impuro e incitador al pecado, que sólo puede reivindicarse ante los ojos de Dios y de los hombres siguiendo escrupulosamente un camino de perfección.
Y ese camino de perfección consiste, sobre todo, en pensar en sí misma en último lugar, relegando con gusto sus necesidades propias para anteponer, siempre y en todo caso, las de los demás, sobre todo si esos demás son de género masculino.
Esto puede aplicarse a todos los terrenos de la vida, desde el sexo hasta el reparto de las lentejas en la mesa.
Y este comportamiento moral exigido, dio lugar también al típico tío malcriado que, al cambiar los tiempos, espabilarnos las mujeres y sentirse él desatendido y abandonado por la mujer-mamá, reacciona, en el mejor de los casos, como un ñoño que no sabe encauzar su vida solo. Y, en el peor, como un mal bicho maltratador, chantajista y mentiroso.

Hablo, claro está, de extremos, puesto que afortunadamente hay muchísimos hombres independientes y buenos compañeros, que luchan todos los días por superar los prejuicios y el miedo a lo desconocido, como pioneros de nuevas formas de vida.
Bueno, así veo yo el panorama en las Españas. En las Europas, que dicen que están más avanzadas y tal, ¿cómo ves la cosa, Cin?

(Tienes razón, no había pensado lo de las condiciones sanitarias. En mi condición de rana intermitente, no está bien que cometa estos fallos. Prometo enmendarme)

seamos cínicas -

Ah, Kiri, si a la bestia la tienes vacunada y con su certificado veterinario en regla puede cumplir todas las condiciones sanitarias.

seamos cínicas -

Kiri, efectivamente, el problema viene de la educación. Nos educan para que tengamos contentos a los demás, no para tenernos contentos a nosotros mismos. Y el problema es que es con nosotros mismos con quien tenemos que vivir para el resto de nuestros días. Esa educación es muy difícil quitársela de encima, y además, está la presión social que siempre tira para que cumplas las reglas.

Esstu, creo que en algunos aspectos ese listón es más exigente para las mujeres, pero en otros, es más fuerte para los hombres. Depende también del medio social.

Aunque en un balance, creo que posíblemente el nivel de exigencia sea superior para la mujer.

Ezzzzztupenda -

¿Y no suele ocurrir que el listón de autoexigencia y perfección es más alto en las mujeres? ¿Que la presión social es más fuerte sobre ellas?

Kiribati -

Me he quitado la K. No, no me ha dolido.

Pues ese es el problema. Creo que a muchos nos han imbuído de la idea de que tenemos que alcanzar unos niveles de perfección que te cagas.
Y la cosa de haber interiorizado esa enseñanza desde niños jode bastante lo de pasar de la opinión de los demás. Aunque merece la pena intentarlo, y mucho. Pero es un esfuerzo, de eso no me cabe duda. Un trabajo, más bien. Un trabajo de por vida.

A ver, reina de las cínicas: lo de follarse a las bestias no es que decepcione, es que es una guarrería.
Creo.

seamos cínicas -

Otra cosa es que perder parte del miedo a decepcionar pueda ser muy beneficioso, pero no creo que sea posible perderlo por entero. No somos bloques de hielo.

seamos cínicas -

Sí, Edward Albee dice cosas muy interesantes, Parapo. Y "La cabra", es bastante cruel.

Hechi, ya habrá tiempo para decepcionar. :)

Kiri, es posible que follarse a una bestia sea decpcionante (o no, no lo sé) el caso es que me refería al hecho de decepcionar a los demás por lo que uno es o lo que uno hace.

Zaho, ya sé que "a quién le importa lo que yo haga etc". Todo eso queda muy guays y tal, pero en la realidad somos bastante más complejos que eso. La canción de Alaska compuesta por Berlanga, es también una pose, puesto que busca el apoyo de los fans y el apoyo de mucha gente que quiere una mayor libertad de comportamiento. Es una canción que no decepciona a la gente que quiere escuchar eso. Además, la pose de invulnerabilidad absoluta ante las críticas, es eso, una pose. Una pose que puede venir bien de vez en cuando, pero por debajo está el hecho de que somos seres sociales y dependemos mucho del medio, no sólo de nosotros mismos.

Y la realidad es bastante más compleja que todo eso. Deben existir muy pocas personas que cien por cien hagan lo que hagan sin temor a decepcionar, en un momento dado, a los demás, o a su círculo más íntimo. Es posible, que si existe alguien así, sea lo más parecido a un psicópata.

Zahorí -

¿Y por qué hay que tener tan en cuenta la opinión de los demás? Que cada cual vaya a su bola, y si alguien se decepciona, peor para él. Porque si vamos a tener que estar pendientes de qué va a pensar cada prójimo de cada gesto o palabra que digamos, estamos arreglaos.

Como cantaba Alaska, a quién le importa, lalala

KiribatiK -

Claro que hay que decepcionar.
Aunque a mí lo que me jode de verdad es decepcionarme yo sola conmigo misma.
Pero también depende del día que tenga.
No veo la relación de decepcionarse con lo de follarse a las bestias, Cin. Me lo explique. :-P

Hechi -

EL texto no me ha DECEPCIONADO... ¿no decías que ibas a ponerlo en práctica? ;)

parapo -

me gusta edward albee, Quien teme a virgunia woolf siempre me ha fascinado, por la crudeza y realismo.